lunes, 6 de abril de 2015

La ciencia busca entender y descifrar las claves de las curas "milagrosas" del cáncer

Fue un caso que dejó a todo el mundo sorprendido. Una mujer de 74 años empezó a sufrir un picor que no se iba. Al llegar al hospital, la parte baja de su pierna derecha estaba llena de bultos, erupciones de color morado y rojo. Los análisis confirmaron las peores sospechas: era un carcinoma, una forma de cáncer de piel.

El futuro de la mujer pintaba mal. Dado lo extendidos que estaban los tumores, la radioterapia no hubiera sido efectiva. Los médicos tampoco podían extraer los tumores. La amputación era la mejor opción, dice Alan Irvine, médico de la paciente en el hospital de St James, en Dublín. Pero a su edad le iba a costar mucho adaptarse a una prótesis. Tras una larga y sincera conversación, decidieron esperar mientras evaluaban las distintas opciones. “Nos dedicamos a observar durante unos meses y los tumores, simplemente, desaparecieron”, dice Irvine.

REGRESIÓN ESPONTÁNEA

Tras 20 semanas, la paciente ya no tenía cáncer. “No había duda de su diagnóstico inicial”, dice el médico. “Pero ahora no aparecía nada en las biopsias o en los escáneres”. De alguna forma, se curó sola de una de las enfermedades más temidas. “Todo el mundo estaba emocionado y desconcertado”, explica Irvine. “Esto muestra que es posible que el cuerpo elimine el cáncer, aunque es muy poco frecuente”, añade.

La paciente creyó en una intervención de Dios: había besado una figura religiosa antes de empezar a curarse. Los médicos, por su parte, estudian los procesos biológicos que están tras la “regresión espontánea” para buscar pistas que puedan multiplicar estos casos de curación.

En teoría, el sistema inmune sabe buscar y destruir células mutadas antes que se conviertan en cancerígenas. Pero a veces estas células logran pasar inadvertidas. Cuando los médicos ya han diagnosticado la enfermedad, solo uno de cada 100.000 pacientes consigue curarse sin recibir tratamiento.

Hay historias increíbles. Un hospital en Reino Unido informó de una mujer que tuvo problemas de fertilidad por mucho tiempo. Se descubrió que tenía un tumor entre el recto y el útero, pero antes de que los médicos pudieran operar, logró concebir. Todo salió bien y nació un bebé sano. Tras el parto los médicos comprobaron que el cáncer se había esfumado durante el embarazo. Nueve años después, no hay signos de reaparición del tumor.

ESPERA AGÓNICA

Las recuperaciones drásticas de un cáncer infantil llamado neuroblastoma son muy frecuentes, lo que ofrece algunas de las mejores pistas de lo que provocaría la remisión espontánea. El neuroblastoma puede a veces desaparecer tan rápido como llegó, incluso sin intervención médica. De hecho, en niños de menos de un año la regresión es tan común que los médicos evitan usar quimioterapia, con la esperanza de que el tumor desaparezca solo. “Tuvimos tres casos con una metástasis en la piel bastante impresionantes y el hígado ya agrandado, pero decidimos ponerlos en observación y se curaron”, dice Garrett Brodeur, del Hospital de Niños de Filadelfia.

Al contrario que el resto de células nerviosas, las de los tumores de neuroblastoma parecen poder sobrevivir sin el “factor de crecimiento nervioso”, lo que les permite crecer en zonas del cuerpo donde no está dicha proteína. Puede ser que la remisión espontánea se deba a un cambio en las células del tumor, quizás en los receptores de esta proteína. Sea cual sea el cambio, implica que las células ya no pueden sobrevivir sin este nutriente esencial. Si es así, un medicamento destinado a esos receptores produciría la recuperación en otros pacientes. Brodeur dice que dos farmacéuticas tienen algunos candidatos y que los ensayos partirían pronto.

FUEGO AMIGO

En el siglo XIX William Bradley Coley intentaba salvar a un paciente con un tumor en el cuello. Cinco operaciones no habían erradicado el cáncer. Luego el paciente sufrió una infección de piel con una alta fiebre. Tras recuperarse, el tumor había desaparecido. Al probar el mismo principio en otros pacientes, Coley vio que infectándolos con bacterias o tratándolos con toxinas obtenidas en microbios destruía tumores que eran inoperables.

¿Podría ser la infección la clave para estimular la remisión espontánea? Análisis recientes alientan la idea. Se cree que la infección provoca una respuesta inmune que no permite al tumor sobrevivir. “Las células inmunes pasarían de ayudar al tumor a matarlo”, dice Henrik Schmidt, del Hospital de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca.

Otros consideran una estrategia más radical como infectar a los pacientes con una enfermedad tropical. La técnica de la empresa Prime Vax en Estados Unidos implica dos fases. Se parte por tomar una muestra del tumor y por recoger células dentítricas de la sangre del paciente. Estas coordinan la respuesta del sistema inmune a las amenazas y al exponerlas a un tumor en el laboratorio, se pueden programar para reconocer las células cancerígenas.

Antes de inyectar al paciente las células dentítricas entrenadas, éste recibe una dosis de dengue, enfermedad transmitida por mosquitos. La persona desarrolla una fiebre de 40,5 grados, combinada con la liberación de moléculas inflamatorias y poniendo al sistema inmune en alerta roja. El tumor, que antes pasaba desapercibido, debería ser ahora el blanco de un intenso ataque inmune, dirigido por las células programadas. “El dengue reagrupa el sistema inmune, reiniciándolo para matar células tumorales”, dice Bruce Lyday, de PrimeVax. Infectar a pacientes vulnerables con una enfermedad tropical puede sonar una locura, pero es menos probable que mueran por dengue que por un resfriado, por lo que la infección es más segura. Al desaparecer la fiebre desaparece, las células inmunes programadas seguirán en guardia contra el tumor, si este reaparece.

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