jueves, 1 de junio de 2017

El cáncer terminal no impidió que Coquito se titule de médica

Postrada en la cama de la sala 202 de la Clínica San Pablo de la zona de San Pedro se encuentra Consuelo Chacón Choque o Coquito quien, pese al cáncer terminal que la aqueja, acaba de cumplir uno de sus mayores sueños: titularse como doctora.

Ella obtuvo su título profesional hace unos días de manos de las autoridades de la Universidad de Aquino de Bolivia (Udabol). "Fue uno de los días más felices de mi vida. Por fin me titulé”, dice, mientras toma un respiro para seguir con la entrevista.

"Cuando era niña siempre soñé con ser doctora. Me gustaba jugar con mis muñecas y atenderlas como a mis pacientes. Al salir bachiller ese sueño no se me quitó de la cabeza. Y aunque me costó desveladas, ahora -gracias a Dios- soy doctora”, relata la mujer de 37 años.

Sin embargo, para lograr su propósito pasó un sin fin de dificultades. La primera, según ella, fue enamorarse. "Me casé hace 18 años, por lo que no fue fácil estudiar y atender a mi familia, pero lo hice. Afronté todo, hasta las noches sin dormir por las enfermedades que debía atender de mi hija, atender a mi esposo y también mis estudios”.

Reconoció que debido a ello dejó los estudios por un tiempo, pero retornó. "No podía dejar mis sueños a un lado. Qué ejemplo le daría a mi pequeña”, dice en voz baja, tras quejarse de un dolor de su pie izquierdo. "Este dolor es insoportable”, afirma, y luego de unos minutos retoma la conversación con Página Siete.

"Fue hace tres años”, dice mientras caen sus lágrimas en su pálido y delgado rostro. "Había nacido mi hija y el día de las elecciones (octubre de 2014) me dio una hemorragia tremenda. No paraba. Le dije a mí esposo, pero como no había movilidad no fui al médico”, relató.

A día siguiente acudió al hospital y le indicaron que "todo apuntaba a que fue un aborto, porque después no le bajó nada de sangre”. La familia se resignó ante esa supuesta pérdida en un momento en que económicamente no estaba muy bien.

Unos meses después -cuando hacía su año de servicio obligatorio - su médico le dijo que tenía cáncer de cuello uterino en etapa terminal. "Fue un golpe muy terrible, sentí morir, que mi mundo se venía abajo, pero al ver a mis hijas y a mi esposo tuve fortaleza para continuar. Sentía dolores, pero no me quejaba”, dice.

Su esposo, Rodolfo Chuquimia, aseguró que la llevó a Chile para que la atiendan, ahí el médico dijo que podía recibir tratamiento, pero lamentablemente no tenían los 30.000 dólares para realizar el tratamiento adecuado en el vecino país.

"No pudimos hacer mucho, Ahora ella está en etapa terminal”, lamenta su esposo.

Pese a toda adversidad, hace un par de días Coquito acudió al acto de titulación de la Udabol donde no sólo recibió su título, sino también un reconocimiento de la representante de la Defensoría del Pueblo de La Paz, Teresa Zubieta, por su esfuerzo.



Falta de dinero y mal diagnóstico

Conseguir 30.000 dólares para el tratamiento de Consuelo Chacón no fue fácil. Duró tiempo, lo que hizo que la enfermedad se propague a otros órganos de su cuerpo y ahora ella tenga cáncer terminal.

"Cuando el médico nos dijo que Coquito tenía cáncer, no teníamos dinero. Quizá si hubiésemos conseguido el dinero en ese momento, no hubiésemos llegado a este momento”, lamenta resignado el esposo de Consuelo, Rodolfo Chuquimia.

Aseguró que no fue sólo la falta de dinero en la familia lo que ocasionó el decaimiento de su esposa, sino también que el diagnóstico del primer médico que identificó su mal. "Si él hubiese dicho que mi esposa se curaría -porque dice que entonces no estaba avanzado el cáncer-, mi esposa hubiese tenido mejor expectativa de vida”, dijo.

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