lunes, 27 de marzo de 2017

Fundación de lucha Contra el Cáncer FULUCA Sucre

“Hace ocho años mi mamita enfermó con cáncer de pulmón y nos vinimos a Sucre enteradas de que acá podíamos encontrar ayuda, de esa forma yo me involucré con esta realidad cuando tenía 20 años; así conocimos la Fundación de Lucha Contra el Cáncer – FULUCA y su trabajo. Nos quedamos en el albergue, luego mi madre falleció y desde entonces estoy acá. He estudiado Enfermería y una especialidad en Salud Publica; la Fundación siempre me ha apoyado para que yo crezca profesionalmente”. Este es el testimonio de Marina Rocabado García, la profesional que acompaña las 24 horas a las pacientes internadas en la Casa Albergue de FULUCA.

Marina ha dedicado los últimos ocho años de su vida a velar por la salud de las enfermas con cáncer que acoge la Casa Albergue. Su coordinación con el médico oncólogo es permanente, tanto como demandan los efectos de las diferentes terapias a las que se someten las pacientes, en su mayoría mujeres de áreas periurbanas y/o rurales de Bolivia.

Reunidas en una mesa con el pretexto de un café caliente y una masita, comenzamos a conocernos. Se observa que son personas de muy escasas condiciones económicas; revelar su origen siempre les genera un orgullo especial y es así que cada una cuenta de dónde viene: la más anciana nos dice que es de Punata y pronto constatamos la presencia de hombres y mujeres de Las Carreras, Mizque, Tupiza, Yacuiba, Cotagiata, Cercado, Camargo y Villa Serrano, una diversidad que enriquece la convivencia.

grupo_en_foco.jpg
Grupo de la Casa Albergue de FULUCA.
Mónica Olmos Campos



LA CASA ALBERGUE EN VILLA CHARCAS

La señora Mary Franco de Echalar, voluntaria de FULUCA filial Sucre cuenta que la Casa Albergue dispone de 17 camas.

“El albergue ha sido pensado para que las pacientes se alojen con una acompañante”, porque acá se entiende que la etapa de internación es dura no solo en el aspecto físico sino psicológico y espiritual, razón por la que le dan la posibilidad a la interna de sobrellevar su proceso médico junto a un familiar.

La Casa Albergue está ubicada en una montaña de Villa Charcas desde donde se observan las coincidencias, los contrastes y las tensiones que ofrece la vida: desde las ventanas de este albergue se siente la bondad de las personas que apoyan esta causa pero también se sufre la indiferencia, sobre todo aquella que proviene de algunas autoridades.

“Hace cuatro gestiones Municipales venimos rogando que nos den un lote de terreno donde poder construir un albergue propio, tenemos los recursos y solo pedimos el espacio, pero no hay caso”, reclama el Presidente de la Fundación, cirujano oncólogo Gonzalo Herbas, quien con impotencia explica que el actual Alcalde de Sucre ni siquiera ha tenido la gentileza de recibirlos en su despacho y que solo atinó a dejarlos esperando varias horas en la antesala de la oficina edil.

La casa que desde hace ocho años está a disposición de las enfermas con cáncer, es prestada por la Fundación Cardenal Maure (del Arzobispado), y por tanto ha tenido que ser adaptada a las necesidades de uso del albergue. Las voluntarias anhelan algo que ofrezca mejores condiciones.

La labor que realiza FULUCA es de un altruismo digno de destacar y admirar pues tal como explica la señora Mary, “las pacientes reciben una pensión completa y atención de enfermería por tan solo bolivianos 3,50 diarios, monto que ayuda a cubrir servicios básicos y nada más”.

parte_del_grupo_compartiendo_el_te.jpg
Parte del grupo compartiendo el té.
Mónica Olmos Campos



FULUCA Y SUS AMIGOS

¿Cómo hacen esto posible? La Fundación trabaja desde 1991 y se ha ganado la confianza de la población que es testigo de la labor de las voluntarias, pero además cuenta con el trabajo incansable de la señora Susy Sandóval de Lagrava quien es una gran impulsora de las actividades que permiten captar parte de su financiamiento. Sandóval organiza cada año dos encuentros importantes, por una parte, “la pasarela más larga de Bolivia”, desfile de modas al aire libre realizado en la ciudad de Sucre y que cuenta con la participación de destacados diseñadores del país; y por otra, la Teletón, programa televisivo con 12 horas de transmisión continua que este 2017 desarrollará su sexta versión.

Al margen de lo que se genera en ambos espacios, FULUCA tiene amigos nacionales e internacionales que aportan fondos para su manutención.

En los ambientes de la Casa Albergue de la montaña de Villa Charcas -esa montaña de solidaridad sin condiciones- se respira amor, pero sobre todo fe; fe en que juntos es posible vencer las pruebas más duras. Muchísimas pacientes lo han logrado, otras están por hacerlo, algunas han sido abatidas en el intento; sin embargo, todas han significado pruebas que han sabido transitarse sabiéndose apoyadas y queridas.

Qué es lo que más la llena de su trabajo, le pregunto a Marina, “la satisfacción de ayudar a servir incondicionalmente”, responde con un aire de ternura inconfundible.

Me despido con la esperanza de que esta labor nunca encuentre su término. Los voluntarios que le dan oxígeno ya son personas mayores y será momento de encontrar quién asuma la posta para hacer que FULUCA y la Casa Albergue sigan abriendo sus puertas a esas mujeres y hombres que necesitan ayuda para continuar viviendo.

Me despido de todas, y de manera especial de Salomé para quien se hizo una exitosa campaña de solidaridad desde Cochabamba (gracias por eso), ella ahora es huésped de esta casa a donde vino a curarse del cáncer producto del destino y del desamor; me despido de su amiga Anita, quien a sus 32 años es madre de cuatro pequeños que reclaman su presencia. Por el momento, ambas comparten habitación en la Casa Albergue y en el hospital, pero además abrigan la esperanza de volver a ver a sus seres queridos.

Desde el corazón, mi agradecimiento al doctor Gonzalo Herbas, a las señoras Mary Franco y Susy Sandóval, y a la licenciada Marina Rocabado por mantener con sol y esperanza la Casa Albergue de FULUCA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario