Quien fuera ministro de Siles Zuazo dice que se debe establecer el financiamiento para la ley.
A sus 97 años, Javier Torres-Goitia Torres sigue siendo un referente en salud pública y un opinador incansable de esa y otras temáticas. Fue ministro de Salud de Hernán Siles Suazo y autor de las primeras estadísticas del país en salud. Aplicó un plan que logró reducir considerablemente la mortalidad infantil y que erradicó el bocio del país. En esta entrevista con Página Siete, lanza duras críticas a la Ley del Cáncer y propone la asignación de un presupuesto más generoso para salud.
¿Cuál es su reacción sobre la aprobación de la ley del cáncer?
Una decepción total. El peor ultraje a los enfermos con cáncer. Ellos y su familia esperaban por lo menos alguna solución a futuro, no una serie de discursos teóricos y definiciones de libro sin contenido efectivo. El objetivo ha sido totalmente diluido, no se señalan fuentes de financiamiento. Su sostenimiento está delegado a las gobernaciones y municipios. Se habla también de algún aporte del TGN en forma muy ambigua y todos sabemos que eso es para permitir que sea el Presidente quien haga sus “regalos” demagógicos, tal como ya está ocurriendo son el SUS que ni cojea, simplemente, no camina. Da pena porque los pacientes y las familias con enfermos de cáncer han sufrido reveses, se han sacrificado con huelgas de hambre y otras movilizaciones con una esperanza que sigue frustrada. Pocos países tienen ley, pero cuando existe es para crear institutos especializados o normar formas para garantizar sostenibilidad y calidad de los servicios. La ley suena a burla, no tiene contenido, abunda en el discurso y no norma nada.
Usted dice que es una ley vacía de contenido. Entonces, ¿qué faltaría para poder ayudar a los enfermos con cáncer?
El cáncer es una enfermedad como cualquier otra, pero con situaciones terminales más graves. Algunas formas son prevenibles, pero todas son curables con poco costo y sin mayor sufrimiento del paciente si se hace diagnóstico precoz y tratamiento oportuno. El cáncer puede ser una enfermedad fácilmente tratable o una tragedia familiar si es que se la deja avanzar. En un país como el nuestro, en el que existe una enorme cantidad de gente que no tiene los recursos para atenderse, los servicios tienen que ser muy bien organizados, bien financiados. Después de que se han dilapidado 600 mil millones de dólares que ingresaron al TGN por el incremento de los precios de las materias primas, se firma la ley vacía y como pidiendo votos el Presidente reclama a los beneficiados por no haberse pronunciado contra los enemigos del SUS ni los médicos.
¿Usted cree que es viable la gratuidad para todos los tipos de cáncer?
Estamos frente a una tragedia. Durante 13 años, no se ha hecho diagnóstico precoz, y se ha dejado acumular los casos. Actualmente en Bolivia es la segunda causa de muerte de las mujeres. Precisamente por eso es imperativo recuperar el tiempo perdido y financiar sus altos costos.
Usted dice que se ha descuidado la prevención; por tanto, ¿quiere decir que no va a ser efectivo este plan?
Cuando uno dice prevención, automáticamente asocia eso con una vacuna que prevenga. En el cáncer hay la vacuna del papiloma humano, que no es contra el cáncer, pero es contra un virus que abre el camino al cáncer. En la primera gestión, la ministra Nila Heredia tuvo la iniciativa brillante de solicitar que Bolivia fuera uno de los países beneficiados con esa vacuna que es cara. La vacuna se ha mantenido gracias a las organizaciones no gubernamentales que tomaron la iniciativa de la ministra. Aprovecharon esa baja de precios de la vacuna y han vacunado. Sin embargo, falta continuidad y resta mucho por hacer, pero se puede.
¿Se puede recuperar esa iniciativa para que disminuyan las tasas de esta enfermedad?
Si Bolivia tuviera un sistema de salud bien organizado, tendría un primer nivel de instalaciones de poco costo, pero de un gran rendimiento, donde al paciente le hagan detección de cáncer, de diabetes, de hipertensión arterial como rutina, a todo el que llega. No como ahora, que le dan un digestivo al que llega con dolor de estómago. Los servicios de primer nivel deben atender la urgencia naturalmente, pero se debe aprovechar esa oportunidad para que se les detecte todas las enfermedades crónicas.
¿O sea en Bolivia no hay un centro de diagnósticos?
No hay, nunca hubo y ahora peor. Yo diría que con el SUS ha empeorado porque antes por lo menos era solamente el municipio, la Gobernación, que tenía los hospitales de especialistas y el ministerio que era una especie de regidor general. Ahora hay el municipio, la Gobernación y el Gobierno que trata de tener el control y ha inventado un cuarto nivel que no existe en muchos países. Es un invento local para tratar de decir que van a hacer algo más que en otras partes.
¿Qué recomendaciones daría usted para aplicar la ley?
Si leemos la ley no hay qué cosa aplicar. Toda la primera parte son enunciados teóricos copiados de libros sobre lo que es atención, detección temprana, no dice qué se va a hacer. Después viene la parte sobre cómo se van a prestar los servicios y también la integralidad, equidad, para lo que no se necesita ni ser médico para saber el significado. Lo único novedoso es la interculturalidad, con un peligro tremendo en todas estas afecciones que revisten alguna gravedad. En el preámbulo de la interculturalidad dice que hay que combinar los saberes de la comunidad, los indígenas, los campesinos. Ya me veo yo consultando con un dirigente de la comunidad campesina, si le doy más o le doy menos de la droga. En la atención, la única parte (novedosa) es la interculturalidad, todo lo demás es discurso. Después vienen competencias y atribuciones; otra vez las competencias son de libro, no dice en ninguna parte dónde van a ir los pacientes.
No hay un instituto del cáncer o un hospital especializado.
Lo que ocurre es que a un médico se le da un consultorio y no sabe si está atendiendo a todos, al 10%, al 20% de la población, no tiene ni el registro. Es una exageración esta fragmentación del primer nivel, segundo nivel, tercer nivel, al extremo de que han hecho de que unas instituciones atienden el primer nivel, otras el segundo, otras el tercero. En salud pública se critica dos cosas importantes, la segmentación que es cuando el Estado prioriza la atención de determinados segmentos de la población y abandona a otros. Otra falla es la fragmentación, que es lo que estamos viviendo nosotros, si en una parte le vende una cosa, en otra parte le venden otra cosa. Por ejemplo, si sospecha una persona que tiene cáncer, le envían al hospital de segundo nivel, ahí ya hay la fragmentación, y ahí le dicen que no hay fichas hasta dentro de tres, cuatro o seis meses, entonces el paciente se siente perdido. Otra cosa que dice la ley es que el financiamiento estará puesto en los POA, pero de dónde sale la plata, eso no hay. Sería muy distinto si dijeran, por ejemplo, que el 10% de lo que se destina a propaganda en general se destinará a educación en la salud, que es una manera también de hacer promoción. Se hizo un taller en el Cedla para analizar esta ley y en las conclusiones se dice que el proyecto de ley nació cojo; en ninguna parte de la ley se dice que los enfermos tienen derechos o que se les prestará tal atención. Dice que determinadas cosas las cubrirá el Tesoro General de la Nación, eso es casi como el “Evo cumple”, porque tiene que rogársele a Evo. Si no está en el presupuesto, depende de la voluntad de alguien y en nuestro país la voluntad es del jefe, no hay división de poderes en absoluto.
¿Cree que se puede depositar la esperanza en el reglamento?
Yo también tengo la esperanza porque en el reglamento sí se podría poner un porcentaje. El proyecto que presentó el Colegio Médico decía que simultáneamente se debe hacer prevención e incentivar el no uso de bebidas azucaradas por ejemplo y se buscaba poner un impuesto a esas bebidas, además dice que se destine un porcentaje de lo que ingrese a Aduana y así se va sumando. Internacionalmente se sabe que en un país que destina el 10% del Producto Interno Bruto (PIB) para salud las cosas van bien, nosotros estamos en el 6%, entonces nos falta 4%. La forma de financiar ese 4% es lo que ha propuesto el Colegio Médico.
¿Qué recomendaciones da para el reglamento?
Se podría hacer una campaña para que al aprobar el reglamento se llenen esos vacíos y se diga de dónde va a salir el dinero. Yo personalmente creo que de donde más fácil puede salir el dinero es de lo que se derrocha en propaganda.
¿Qué debería contemplar el reglamento?
Como el SUS es un saludo a la bandera y la atención gratuita no existe, tiene que haber una fuente de ingresos saneada con los impuestos. El Colegio Médico se ha anticipado con una propuesta y si fueran honestos aplicarían eso o propondrían otra cosa, pero no pueden dejar que el Tesoro lo haga de manera general. El Tesoro es una cosa tan abstracta que es manejada por el Presidente, que en época de elecciones es generoso, después de las elecciones va a ser un poco menos. Lo principal que debería tener el reglamento, son las fuentes de ingreso para el sistema y naturalmente hacer mención a que el sistema tiene que ser mejorado, tiene que darse unidad. La propuesta del Colegio Médico es mantener los seguros sociales como están pero crear un otro tipo de seguro. El que tienen las cajas actualmente no necesita más que impulsarlo, reorganizarlo, evitar las diferencias odiosas entre los que tienen poco ingreso y los que tienen más. Por ejemplo, hay que financiar para que la Caja Nacional se equipare a la Caja Bancaria, a la Petrolera y a las mejores cajas y crear un SUMI más ampliado. Y, en vez de ser para la embarazada y el niño, que sea para la mujer desde que nace hasta que muere y para todas las personas. No es mucho más caro, solamente hay que aumentar 4% del PIB. Con los dos seguros, el de las cajas y el otro, se hace un seguro universal para toda la población.
Además del presupuesto, ¿qué más se necesita?
Además de las finanzas, se precisa organización unitaria entre municipio, gobernaciones y el Gobierno central. Lo que nosotros hemos propuesto es que sea un solo sistema nacional de salud, integrado, no unificado, integrado desde las cajas hasta las ONG, las iglesias, que obedecen a un solo directorio nacional y este directorio nacional organiza dónde van a estar los consultorios, dónde van a estar los hospitales. En este reglamento debería incluirse este directorio nacional que coordine todas las labores con todos los poderes y totalmente independiente de la política.
¿Qué pasa con el equipamiento y los especialistas? ¿Existen suficientes o no?
En Bolivia son 12 centros para la atención del cáncer; sin embargo, ninguno da medicamentos al paciente, tiene que comprarse. Cuentan con medios de diagnóstico, tratamiento y cirugía; sin embargo, los costos son elevados por lo cual los pacientes no pueden acceder a sus tratamientos y cirugías. En Bolivia todavía se aplica la bomba de cobalto, que daña los órganos cercanos. En cambio el acelerador lineal se aplica directamente al órgano dañado. El país tiene tanta plata para derrochar que el Presidente se da el lujo de viajar en helicóptero desde San Jorge hasta el Palacio. Si se ahorrara un poco de eso, habría para pagar estas diferencias. En Bolivia hay 17 médicos cancerólogos.
¿Y por qué cuando usted era ministro no se hizo una ley del cáncer?
Cuando yo me hice cargo del ministerio al recuperar la democracia, la mortalidad infantil era 200 por 1.000. La enfermedad predominante era la tuberculosis, el chagas, la malaria, el bocio. En esas condiciones, el cáncer no aparecía, pero eran tantas las muertes por otras causas que los que se morían por cáncer pasaban ignorados. Lo que nosotros hicimos primero fue tratar de bajar la mortalidad infantil y la bajamos de 200 a 75; nos dedicamos a combatir el bocio que provoca debilidad mental y afectaba al 65,5% de la población. Lo rebajamos a cero y ojalá no vuelva. Volviendo al tema (del reglamento de la ley del cáncer), uno es el financiamiento, otro la organización y una tercera cosa que parece demagógica y no es, es la participación popular. La gente tiene que estar involucrada en la atención de su salud, tiene que asumir la salud como un derecho y defender su salud en todo momento y eso está dispuesto a hacerlo siempre que el Gobierno no politice. Las actuales defensoras de los enfermos con cáncer están ejerciendo un derecho.
¿Cuál es la situación de Bolivia respecto a otros países en la atención contra el cáncer?
The Economist ha hecho un estudio de cómo está la situación de la atención del cáncer en países latinoamericanos y uno de los indicadores es si hay un plan estratégico para luchar contra el cáncer. Costa Rica es el país mejor ubicado. Brasil, Colombia, Perú están más o menos bien. Bolivia está en el tercero empezando de abajo. En supervisión, Costa Rica sigue siendo el primero, Uruguay sube porque tiene muy buena organización, Panamá y Argentina tienen una buena organización, el último es Bolivia en supervisión de desempeño. En prevención y detección temprana están arriba México, Chile; Bolivia sigue al último. Unos son mejores que otros en determinados temas, pero lo que es uniforme es que Bolivia siempre está en el último. En lo único que está más o menos bien, en el tercer lugar de abajo, es en plan estratégico, que es el discurso, pero en todo lo demás estamos en el último lugar.
HOJA DE VIDA
Premios Recibió los premios Abraham Horwitz y Sergio Arouca por su contribución a la salud pública en Bolivia y Latinoamérica.
Cargo Fue ministro de Salud del gobierno de Hernán Siles Zuazo en la recuperación de la democracia boliviana.