martes, 11 de septiembre de 2018

¿Qué debes saber sobre Sebastián? Diez claves del caso



Un caso de presunta negligencia médica ha golpeado a Sebastián, un niño de tres años a quien el médico Róger M.B le extrajo un riño sano en lugar del otro afectado por un cáncer.

El informe parcial de la auditoría médica estableció que el especialista incumplió protocolos antes y durante la intervención quirúrgica; por ejemplo, no usó la imagen de tomografía como referencia para hacer la cirugía.

Sin embargo, ¿qué más se sabe? Aquí hay una decena de claves de un caso que ha causado indignación y ha motivado el resurgimiento del debate sobre una norma que regule la práctica médica.

El calvario de la joven familia oriunda de San José de Chiquitos comenzó en julio, cuando el menor fue sometido a varios estudios en los que se detectó un tumor maligno en el riñón izquierdo
Los exámenes científicos establecieron que el niño tenía una “ masa de 13 por 11 centímetros” en el riñón izquierdo conocido como tumor de Wilms.
Sebastián no tenía dolores, pero después, el 19 de julio, su familia se alarma por un dolor en el vientre, porque se palpa la “masa” y se evidencia el hígado “agrandado”.
El tumor de Wilms también recibe el nombre de nefroblastoma y puede afectar ambos riñones, pero normalmente se presenta solo en uno y en la mayoría de los casos es curable.
Para entonces, el mal ya tenía dos meses de evolución. El estadio del cáncer es de cuatro y es considerado grave debido a que hace metástasis (se expande) a los dos pulmones, principalmente al derecho.
Sebastián se interna en el Oncológico de Santa Cruz para recibir quimioterapia durante seis semanas, se reduce el tumor a cuatro centímetros, mejora la situación del pulmón y se alista la cirugía para la extirpación del riñón dañado.
El 4 de septiembre, el menor se interna con un diagnóstico de infección respiratoria aguda. Ingresa a quirófano a las 08.20 y Róger M.B y su ayudante Isis Ll, extraen el riñón equivocado.
Los padres reciben el órgano, leen el reporte médico y caen en cuenta que es el equivocado. Más tarde le quitan el riñón dañado, lo conectan a un aparato de hemodiálisis y se desata el viacrucis. El médico admite el “error”.
El equipo multidisplinario de médicos que lo atiende espera que el niño aumente de peso hasta los 20 kilos, por lo menos, para que se le practique el trasplante de órgano.
Tras la complicada situación, Sebastián come, pero no mucho. Toma agua, habla e inclusive ha vuelto a sonreír como una señal de que hay muchas esperanzas de vivir, algo que él ni su familia han perdido.

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